Además de los tradicionales buenos propósitos para el año próximo que nos son comunes a todos, los profesores, durante el mes de diciembre, solemos compaginar la búsqueda de nuevos objetivos con la recepción de algunos trabajos publicados. Las editoriales se apresuran a cerrar para su venta volúmenes ya comprometidos con anterioridad, así que, casi siempre, en los días finales del año toca recibir ejemplares de libros impresos y/o separatas de artículos.
En mi caso concreto, he recibido de forma reciente tres. El primero es mi contribución al XIX Congreso de Historia de la Corona de Aragón, celebrado el pasado año de 2012, que tenía como objetivo conmemorar el 600 aniversario de un acontecimiento fundamental en la historia de España, como fue el Compromiso de Caspe (1412). Un resumen muy básico de aquel suceso es que la monarquía aragonesa se encontraba en pleno período que llamamos Interregno, puesto que en 1410 la muerte de Martín I sin sucesores directos provocó la ausencia de un claro heredero. Así, la asamblea de Caspe fue básicamente que unos compromisarios del reino decidieron elegir al mejor candidato posible para ser rey, que resultó ser un infante castellano, Fernando el de Antequera (llamado así por haber conquistado esta ciudad dos años antes), que fue coronado como Fernando I de Aragón. Pero casi mejor que escuches el relato que el propio monarca hace de aquellos momentos en este simpático vídeo
Esta llegada de un Trastámara castellano al trono aragonés acabaría
posibilitando la unión dinástica de finales del siglo XV, pues Fernando
I es abuelo de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Tal vez por este hecho, y quizá también por la brevedad de su reinado (apenas cuatro años, pues murió en 1416), es un rey que suele ser bien tratado por la historiografía. Sin embargo, desde mis años de estudiante he tenido bastantes reticencias hacia su figura: no creo que haya un monarca medieval hispánico con tanta y tan abundante "buena prensa", capaz de minimizar sus errores (cuando no de echarle la culpa a otros o a otras) y exagerar sus aciertos. Mi trabajo (que puedes leer o descargar aquí) en estas actas del congreso (que puedes leer completas o descargar aquí) pretende mostrar algunas de estas acciones propagandísticas favorables a su figura, como por ejemplo su calculada ambigüedad en la política relacionada con judíos y conversos, que muchas veces es solapada por cronistas afines a su causa. El de los conversos es uno de los ámbitos en que más estoy interesado y en el que centro gran parte de mi investigación. Me refiero a los cristianos de origen judío, ellos o sus familias, que causan a veces tanto revuelo en su análisis, como el profesor Ángel Alcalá nos cuenta:
El tercer artículo es el que más curioso puede resultar al lector actual, puesto que cumple de forma extraordinaria con una de las máximas con las que nació este blog: observar cómo el pasado histórico y el presente cotidiano no están tan lejos el uno del otro como a priori podría parecer. El trabajo (que puedes leer aquí) está publicado en París por Indigo, dentro de la colección de monográficos sobre conversos dirigidos por Rica Amrán, de la Université de Picardie. Es la edición de un documento escrito por un curioso personaje: Francisco Hernández Coronel, uno de los más importantes financieros y agentes económicos del reino de Castilla entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI. En una de las jornadas de trabajo en el Archivo General de Simancas, encontré el memorial que este financiero y poeta converso dirigió a Fernando el Católico con el objetivo de denunciar la dificilísima situación sufrida por su familia, antaño poblada de poderosos banqueros y financieros.
La verdad es que el documento no tiene desperdicio, pues denuncia algunos malos hábitos en la economía, principalmente el intervencionismo de los Reyes Católicos, que habitualmente siempre salen bien parados, y en este documento no lo parecen. Lo peor de todo es comprobar cómo algunas pautas relacionadas con la economía del siglo XV son fácilmente reconocibles por todos en nuestra realidad actual de caos, descontrol y escasa gobernabilidad económica: en la narración de Hernández Coronel sobresale ausencia de control del gasto público, e incluso el lamento por la imposibilidad de asumir responsabilidades (algo muy clásico en nuestra economía actual). Cuando el texto llega a la autoridades, se dice que hace mucho tiempo que pasaron estas cosas y no se pueden contrastar los datos (el famoso "ha prescrito" de nuestros delitos económicos actuales). Con todo, la noticia más importante, en mi opinión, es que de los testimonios finales de este memorial se deriva una noticia que, hasta donde sé, permanecía inédita: que los dos principales financieros conversos de la época, Hernán Núñez Coronel (padre de Francisco) y Luis de Alcalá, acabaron dando con sus huesos en el alcázar de Madrid, convertido a la sazón en cárcel, por estos delitos económicos. Un escándalo, sin duda, de grandes dimensiones, puesto que ambos se habían convertido al cristianismo bajo el directo patrocinio de Isabel y Fernando, y su caída en desgracia debió de ser sonadísima y muy difícil de aceptar para la monarquía. La verdad es que el panorama que se vislumbra es sombrío, y es algo que pensé inmediatamente después de finalizar de transcribir el documento: quinientos años más tarde, el estado hispánico sigue siendo tan débil como lo era entonces para depurar responsabilidades en lo relacionado con delitos económicos. Todos deberíamos preguntarnos el porqué de esto, por qué motivo somos incapaces de exigir que nuestros políticos legislen y juzguen con mano firme aquellos casos en que el dinero de todos es malgastado y sirve para enriquecer arcas privadas. Una variable tristemente lineal en nuestro devenir histórico. Es algo sobre lo que trataré de reflexionar más a fondo en el futuro.
Para acabar, estos tres artículos publicados en los postreros días del año tienen otra característica esencial: son los últimos en los que figura mi antigua filiación universitaria. Pero de estas novedades hablaré más adelante. Que paséis unas felices fiestas navideñas, caros lectores, y mis mejores deseos para vosotros en el ya inminente 2014.
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