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martes, 24 de septiembre de 2013

Un título para un blog

  Como no estaba demasiado inspirado, al final he decidido poner como título de este blog el primer verso de una de mis composiciones favoritas del cancionero medieval castellano. Su anónimo autor supo plasmar perfectamente, a mi juicio, el profundo desencanto y el hastío que a veces nos sobreviene a todos cuando la vida cotidiana no responde a nuestras expectativas, cosa esta última que, en el actual contexto de crisis global que sufrimos, nos viene ocurriendo a casi todos de forma más persistente o menos dolorosa. En especial, creo que los cuatro primeros versos de la canción son magníficos e impactantes para el lector de cualquier época, porque responden con notable fidelidad a esa idea de decepción y desilusión vital próxima a la desesperación. La que sigue es mi propia edición crítica del poema (ID 0678), con las grafías modernizadas y prestando mayor atención a la versión más completa, conservada en el Cancionero musical de Palacio (MP4):

  Harto de tanta porfía,
sostengo vivir tan fuerte
qu'es triste el ánima mía
hasta que venga la muerte.

  En tus manos la mi vida                                         5
encomiendo, condenado.
¡Ó, pïedad merecida!,
¿por qué m'ás desamparado?
Fin hará la profecía
dada por mi mala suerte,                                        10
qu'es triste el ánima mía
hasta que venga la muerte.

  Las variaciones de esta edición con el texto original son tan pequeñas que cualquier lector con un mínimo de cultura lo podría entender sin explicaciones adicionales: las grafías medievales 'beuir' por 'vivir', o 'fasta' por 'hasta', guardando la efe inicial que da lugar a nuestra actual hache; y sobre todo, la aglutinación vocálica ('qu'es' por 'que es'; 'm'ás' por 'me has'). Como se ve en la edición crítica, aconsejo que, al tratar textos medievales, se puntúe y se pongan tildes según los criterios ortográficos actuales, para hacer más accesible el contenido del mismo a todo tipo de lector. Y, por último, dos detallitos muy importantes: primero, recomiendo sangrar el verso inicial de cada estrofa con dos espacios; y segundo, sugiero siempre numerar de cinco en cinco los versos, para que nos podamos referirnos a ellos con precisión si hubiera que analizar el poema.

  Cuando en el estudio de una poesía medieval de los siglos XIV-XV indicamos su número de identidad (ID) entre paréntesis, o cuando ponemos las siglas y número de un determinado cancionero (MP4), nos referimos a la monumental catalogación efectuada por Brian Dutton, el gran hispanista británico que dedicó gran parte de su vida a identificar todos y cada uno de poemas y cancioneros medievales escritos en castellano. Gracias a su impagable labor podemos estudiar en detalle una misma poesía y saber con exactitud de cuál de ellas estamos hablando, con independencia de que la leamos en un cancionero o en otro, o de que manejemos una edición crítica u otra. La labor de Dutton es muy importante porque nos permite trabajar con un método científico todo el enorme caudal de la poesía de cancionero castellana de los siglos XIV y XVI, recordemos: la más fértil cosecha lírica de todo el occidente románico medieval europeo. La obra de Dutton, impresa en siete volúmenes y editada por la Universidad de Salamanca entre 1990 y 1991, se puede ahora consultar en Internet gracias al proyecto de investigación de la Universidad de Liverpool, dirigido por Dorothy Severin y coordinado por Fiona Maguire y por Manuel Moreno, tres grandes expertos en los cancioneros medievales. Si quieres saber más de este tipo de lírica, no lo dudes: esta base de datos es tu sitio.

  En alguno de los manuscritos en que esta canción, Harto de tanta porfía, se ha conservado presenta la notación musical, algo que solía casi siempre acompañar a estos poemas medievales, como se puede ver en este otro folio del Cancionero de Palacio:

  Gracias a esta notación, algunos musicólogos modernos han conseguido reproducir hoy cómo sonaban estas canciones medievales con una fidelidad casi exacta. La que sigue es la magnífica versión de Harto de tanta porfía a cargo de Jordi Savall, versión a tres voces que pone un digno colofón musical a los sentimientos de hastío y desesperación que el autor de esta canción quiso transmitirnos.