Translate my blog

Mostrando entradas con la etiqueta traducciones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta traducciones. Mostrar todas las entradas

miércoles, 25 de mayo de 2016

#HybrisHispanica: problemas de traducción en 'Juego de Tronos'. ¿Qué hacemos ahora con Hodor?

  No es esta la primera vez que me refiero en este blog a la famosa serie Game of Thrones (Juego de Tronos en español), pues llevo ya bastantes años utilizándola habitualmente en mis clases para explicar historia y literatura española de la Edad Media. De hecho, ahora mismo estoy acabando de redactar un artículo sobre los pros y los contras de enseñar siguiendo la serie, que espero pueda publicarse pronto y compartir así mis experiencias con otros docentes igualmente interesados en tales experimentos educativos. 



  La idea de utilizar la serie me la dieron mis estudiantes, a los que escuchaba conversar y contarse la serie unos a otros tras cada episodio. Había que estar al día de lo que pasaba en cada capítulo, porque si no lo habías visto, perdías el hilo y te enterabas de tramas que no deberías. La entrada de hoy es una de esas, así que, como es preceptivo, toca avisar al lector de que voy a proceder a un total destripe (por favor, dejemos de usar el horripilante 'spoiler') del capítulo quinto de la sexta temporada de la serie. Por lo tanto, si no lo has visto todavía, es mejor que dejes de leer inmediatamente y regreses cuando lo hayas visto.



 Y aquí está tu última oportunidad para abandonar el blog antes de proceder a destripar el episodio.




   Muy bien, tú lo has querido ;-)

   La serie no deja de sorprender a los que la disfrutan añadiendo a las escenas de acción y a las complejas tramas políticas la muerte de personajes importantes, a cual de ellas más inesperada. Desde la de Ned Stark en la primera temporada, a la excelsa y sanguinaria Boda Roja de la segunda, pasando por el envenenamiento de Joffrey Baratheon-Lannister en la tercera, o el más reciente apuñalamiento de Jon Snow (minimizado tal vez por su esperadísima resurrección a inicios de esta temporada), el caso es que los guionistas cada vez se las tienen que ingeniar más para pillarnos por sorpresa. Tal vez por ello han escogido sacrificar ahora al personaje de Hodor, el gigantesco y forzudo sirviente de la familia Stark al cuidado de los pequeños de la saga desde que tuvieron que abandonar clandestinamente su morada de Winterfell (Invernalia). 



  Algún capítulo atrás ya habíamos visto cómo Bran, regresando a la niñez de su padre, tomaba contacto visual con Hodor, en aquel entonces un niño de gigantesco tamaño llamado Wylis, hijo a la sazón de una de las sirvientes de su padre. El detalle que sorprendió a Bran fue que, en apariencia, Wylis no tenía ningún problema y hablaba como los demás, pues, antes de esa regresión al pasado, siempre que aparecía Hodor solo pronunciaba esa palabra, 'hodor', cada vez que era preguntado por algo. Tal como ocurriese en la saga de la Guerra de las Galaxias con Chewbacca, las bromas en la red con Hodor han proliferado, en especial los salones para mantener conversación tales como esta:



  Por desgracia para los muchos admiradores del bonancible gigantón, en el capítulo de marras Hodor tiene que sacrificar su vida para salvar la de Bran, pues cuando el ejército de Caminantes Blancos ataca la cueva, Meera Reed empuja el carromato de Bran mientras que pide al bonachón sirviente que utilice su descomunal tamaño y fuerza para sujetar la puerta por la que ambos, Bran y Meera, huyen. Aquí está la escena en su lengua original, con subtítulos en la misma.



   Si en los capítulos anteriores el pequeño Wylis sí sabía hablar, ahora sabemos la razón por la que dejó de hacerlo: al entrar en su cerebro para salvar la vida, Bran lo hizo en el pasado, a través del pequeño Wylis, para activar al Wylis del futuro. Esto provocó en el adolescente una enfermedad que, de acuerdo a esta futura doctora en neurociencia, se llama afasia expresiva. La joven estudiante ha utilizado precisamente el personaje y las circunstancias que rodean a Hodor para llamar la atención sobre este poco conocido trastorno cerebral.



  Además de la inmensa pena causada a los seguidores de la serie por la muerte de quizá el único personaje inocente que había en las tramas (como los propios protagonistas explican aquí), habría mil asuntos que comentar al respecto, en especial la intromisión de Bran desde el futuro en el pasado. Pero en realidad, y a pesar de publicarse esto hoy, en el Día del Orgullo Friki, voy solo a centrarme en un asunto puramente lingüístico. A raíz de la muerte, también conocemos que, en realidad, la palabra 'hodor', con la que nuestro amigote responde a todo, es una contracción de la frase que Meera Reed le decía mientras ella huía con Bran, 'hold the door', es decir, 'sujeta la puerta'. Así que el problema que se presenta a los equipos de doblaje que trabajan en la traducción de la serie es realmente peliagudo y, para mi sorpresa, ha suscitado un debate tremendo en la red, llegando incluso a ámbitos de la prensa más tradicional. Este año, además, estoy bastante sensibilizado con el asunto precisamente porque, dentro del programa de estudios de maestría y de doctorado de la Universidad de Lancaster, he estado dirigiendo un trabajo de maestría centrado en los problemas que otra serie, The Big Bang Theory, presenta para el doblaje en español.




  Volviendo a nuestro amigo Hodor, y tal como presumidamente se señala en esta farfolla de artículo (ya saben, los ingleses siempre dispuestos a sacar pecho de su supuesto carácter único en el mundo mundial), es obvio que la traducción va a ser más fácil en aquellas lenguas donde la palabra 'puerta' derive de la misma raíz indoeuropea dʰwer- de donde deriva el inglés 'door', como el alemán 'tür' o el turco 'dur', que era el ejemplo mencionado en el artículo. Por este motivo, la maniobra más lógica para lenguas románicas es abandonar la traducción literal de 'puerta' y jugar con la proximidad fonética de otros vocablos igualmente válidos. Por ejemplo, uno de los doblajes del episodio para hispanohablantes de la América hispánica ha escogido la frase 'déjalo cerrado' para traducir 'hold the door'. La variante es bastante acertada, pues la leve aspiración de la jota en 'déjalo' y la presencia de la erre doble en 'cerrado' hacen asemejar bastante bien la evolución del original 'hodor'.



  No he tenido la oportunidad de ver la versión con el doblaje que se ha hecho en castellano para los espectadores de España, aunque creo que lo más sensato sería dejarlo así, pese a todas las teorías barajadas al respecto de lo que debería hacerse. Los directores de doblaje tienen un reto bastante complicado ante sí, aunque, desde luego, todo sería más fácil si en vez de una serie dramática, se tratase de una parodia o de una comedia: en eso los españoles no tenemos rival. De hecho, desde las primeras horas en que #HoldTheDoor se convirtió en tema de máxima atención en las redes sociales, en especial en Twitter, el humor hispánico comenzó a hacer de las suyas




  De todas las soluciones paródicas propuestas, tal vez la mejor sea esta



  Claro, que poco más tarde encontré esta otra, que casi me gusta más.



  Y encima, alguien se atrevió a subir esta solución en vídeo:




  Eso sí, ya en serio, yo soy muy malo para estas cosas, pero ¿se os ocurre una solución mejor para mantener el nombre de Hodor traduciendo 'hold the door' al castellano? ¡Hagan juego, damas y caballeros! Comenten la entrada y digan sus preferencias.




domingo, 6 de octubre de 2013

Escribir una reseña: en camisas (bíblicas) de once varas

  Todavía se siguen haciendo reseñas críticas de libros en casi todas las revistas académicas, a pesar de que sea una actividad que siempre anda bajo sospecha. Por culpa de esto, a pesar de que todavía se sigue valorando que una publicación tenga una buena reseña, los autores de muy buenos libros académicos se las ven y se las desean para encontrar a alguien que reseñe sus monografías. ¿El motivo? Muy sencillo: alguien en su día decidió que el peso académico de una reseña sería nulo. Si todavía a estas alturas del siglo XXI cuesta hacer entender a quienes te evalúan que una publicación en una revista electrónica con ISSN establecido, con su índice de impacto adecuado, debería equivaler a publicar en cualquiera de las revistas convencionales, imagínaos cómo es hacer comprender el valor académico de una reseña: igual de productivo y entretenido que hablar con la pared.

  En resumen, la inmensa mayoría de evaluadores piensa que las reseñas son un mercadeo entre profesores amiguetes y un colegueo absoluto, en plan, "yo te reseño y digo qué bueno es tu libro, tú me reseñas y dices lo mismo", un poco como la famosa canción del verano aquella de "tú me das cremita". El resultado no es más que mostrar su propia ignorancia, porque desde luego quien opina así no se ha leído nunca un libro con el espíritu crítico absolutamente necesario que hay que tener para acometer tal tarea. Leer un libro es, ante todo, procesar la información que contiene de forma crítica y aquí no hay amigos que valgan. Lo peor de esta situación es que hoy día no hay una línea clara de crítica académica y, por ejemplo, resulta imposible imaginar que puedan existir en la actualidad grandes figuras de un pasado no tan lejano, como Ricardo Gullón, con su notable carrera académica dedicada casi en exclusiva a la crítica de obras, o el recientemente desaparecido Miguel García-Posada, quien no paró de ofrecernos enormes reseñas literarias desde su modesta cátedra del madrileño Instituto Beatriz Galindo, demostrando la solvencia para tales lides de los última e injustamente apaleados docentes de secundaria. A veces la propia academia tampoco entiende bien la importancia de las reseñas literarias. Aún recuerdo la intervención de un gran medievalista, Paulino Iradiel, en el marco inmejorable de la Semana de Estudios Medievales de Estella del año 1998, en el cual mantuvo que uno de los principales problemas del medievalismo hispánico era que "se publicaba más que se leía". De inmediato, en ese mismo congreso, comenzaron a lloverle las críticas de colegas de profesión, sobre todo de quienes, en efecto, publicaban más que leían. Y lo siguen haciendo. Y lo harán.

  En líneas generales, cuando uno se encarga de una reseña se supone que ha de dominar con cierta maestría el tema general del libro reseñado. Aquí yo discrepo un poco, y no porque me parezcan mal las reseñas de libros hechos por expertos en el tema (las veo bien y las encuentro lógicas), sino que también mantengo que la visión del neófito con espíritu crítico es, cuando menos, tan enriquecedora como la del experto. Por eso animo sobre todo a los jóvenes a que escriban reseñas críticas. Es obvio que no van a tener tanta pericia como un veterano; por lo tanto, su análisis habrá de ser más profundo: han de leer mucho más a fondo el libro, han de invertir más horas y, por consiguiente, su esfuerzo será mucho mayor. A cambio, conseguirán dos cosas: la primera, poner las primeras muescas en su curriculum en cuanto a publicaciones se refiere, algo que, cuando se es joven y se empieza el cursus honorum académico, siempre sienta bien; la segunda, habrán invertido su tiempo de forma extraordinaria en mejorar su espíritu crítico con un tema que, previamente desconocido, ahora ya les acompañará para siempre. Y ese bagaje crítico no se enseña en las aulas, sino que cada uno se tiene que buscar el suyo a su manera. Pocas cosas hay tan útiles para esta empresa que escribir reseñas críticas.

  Precisamente uno de los asuntos que me tiene ocupado ahora es una reseña de un libro que, en principio, poco tiene que ver con mi investigación: las Biblias castellanas medievales de Gemma Avenoza. Digo en principio porque el libro es, ante todo, un manual de codicología, disciplina que sí está relacionada con las cosas que hago para el proyecto PhiloBiblon (del que hablaré más despacio otro día). Pero reconozco que todos los vericuetos de temas bíblicos superan mis modestos conocimientos. Por lo tanto, he tenido que echar mano de buenos amigos para molestarlos un poquito y que me saquen de mi ignorancia respecto a las particularidades (interesantísimas, no digo lo contrario) de los textos medievales escritos en castellano relacionados con la Biblia. Estoy agradecido sobre todo a David Arbesú, que gestiona una magnífica web sobre La Fazienda de Ultramar, obra medieval de enorme dificultad y atractivo basada parcialmente en la Biblia, así como a la magnífica página web del proyecto de Biblias medievales, dirigido por Andrés Enrique-Arias. Eso sí: a quien esté más interesado en estos asuntos le recomiendo que lea la reseña que un verdadero especialista ha hecho sobre este mismo libro, Javier Pueyo, integrante del proyecto antes mencionado.

  Todavía sigo limando detalles al respecto de mi reseña, pero desde ya agradezco haber decidido ponerme con algo de lo que apenas sabía porque gracias a esta osadía de meterme en camisas de once varas hallé un texto que sí me interesa mucho: un manuscrito cuya existencia desconocía, el MSS/5456, códice hebreo albergado en la Biblioteca Nacional de Madrid, que contiene al final del  mismo una magnífica traducción parcial del Génesis, línea por línea, entre el hebreo y el castellano, como se puede ver en el fol. 232v (reproducido por cortesía de la BNE):



De igual forma, también contiene una especie de mini-vocabulario latino-hebreo-español, que sin duda se utilizaría para traducir alguno de estos textos bíblicos, como se ve en el fol. 233v (reproducido por cortesía de la BNE): 



  Al final, meterse en camisas de once varas para hacer reseñas ha merecido bastante la pena solo por descubrir estos pequeños detalles.