En noviembre falté a mi obligada cita mensual con este blog, pero la verdad es que ha sido un mes frenético, con mucha actividad investigadora y docente. Aunque el hecho de participar en varios proyectos de investigación incluya viajar con relativa frecuencia, la verdad es que se me han juntado tantos eventos en apenas treinta días que me han obligado a hacer más kilómetros que el baúl de la Piquer, como diría un castizo.
Comencé la primera semana de noviembre viajando a Santiago de Compostela, donde, además de disfrutar de la ciudad y de la hospitalidad de sus gentes, asistí al coloquio Afinidades espirituales y contactos fronterizos en la vertiente occidental ibérica (ss. XII-XV), organizado por el Instituto de Historia del CSIC y el Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento.
En este seminario hablé de un protagonista de nuestra historia medieval a quien ya mencioné en este blog: Juan de Gante, Duque de Lancaster. El hijo de Eduardo III de Inglaterra, entre 1386 y 1387, se plantó con su ejército en La Coruña pretendiendo ceñir la corona de Castilla como legítimo heredero del trono, pues lo era merced a su matrimonio con la infanta Constanza. Esta dama era hija de Pedro I, el rey a quien su propio hermanastro, Enrique de Trastámara, había asesinado tras derrotarlo en la batalla de Montiel (1369), tras lo cual se coronó como Enrique II. Mi intervención se centró precisamente en cómo el hijo y sucesor de Enrique II, Juan I, tuvo que enfrentarse a este intento de invasión anglo-portuguesa de Castilla. Para ello, apeló a la defensa espiritual del reino por parte de sus súbditos, así que no se le ocurrió otra cosa que denunciar que los ingleses eran malos cristianos, unos pseudoherejes y unos demonios, vaya, porque querían cambiar nuestras costumbres puramente castellanas con su inquina ánglica.
¡Cuántas veces no habremos escuchado esta misma excusa por parte de los políticos patrios con el único objetivo de salvar sus posiciones de preeminencia! Lo más curioso es que la arenga que Juan I pronunció durante las Cortes del reino, celebradas en Segovia durante 1386, ha dejado un interesante rastro documental como texto exento, que fue lo que me atrajo del discurso. Es el caso, entre otros, de este documento de la Real Academia de la Historia que veis aquí abajo, fuente de primer orden para calibrar la importancia de aquellos sucesos y que, en el futuro, me dispongo a editar para darlos más a conocer entre el público, tanto especializado en el tema como el curioso sin más del medievalismo hispánico.
Días más tarde de disfrutar de las delicias gastronómicas gallegas, tuve el honor de recibir en mi actual universidad a Cristóbal Ramírez, presidente de la Asociación de Periodistas y Estudiosos del Camino de Santiago, que vino a dar una charla sobre el Camino de Santiago para que nuestros estudiantes pudieran practicar un poco más su español.
Con su proverbial desparpajo gallego, Cristóbal nos habló de la historia del camino de Santiago, centrándose sobre todo en las descripción de una de las rutas jacobeas más importantes y, de forma sorprendente, más desconocidas: el camino inglés. Naturalmente, fue el que siguió el ya citado Juan de Gante, Duque de Lancaster, durante la invasión planeada de 1386, así que olvidé un poco de mi labor de anfitrión para aguzar el oído como un asistente más al evento. Y ciertamente aprendí bastantes cosas de este itinerario, que desconocía por completo.
Pocos días después de despedir a Cristóbal volví a viajar, esta vez a Madrid, para intervenir en el Ciclo de Conferencias Reinas, Infantas y Damas durante la dinastía Trastámara, organizado por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. Gracias a su amable invitación, intenté desgranar los datos vitales y políticos de dos mujeres medievales, Leonor López de Córdoba e Inés de Torres, que desempeñaron un papel de capital importancia como consejeras de la reina Catalina de Lancaster, sobre todo durante la minoría de edad de Juan II, rey de Castilla entre 1406 y 1454.
La presencia como presentador del evento de mi antiguo maestro en la Universidad Complutense, César Olivera Serrano, añadió un detalle de calidez a esta conferencia. La verdad es que hablé mucho, tal vez demasiado: me ocurrió algo que no me suele suceder, como es saltarme el tiempo estipulado para mi intervención, que fue de 50 minutos. Lo sentí mucho porque apenas pude dar unos detalles de las Memorias dictadas por Leonor López de Córdoba, y de cómo sabemos con seguridad que ese fue el mecanismo utilizado por la autora gracias a este documento, con el que me tropecé hace años en la Library Congress de Washington y que edité y estudié aquí.
La Fundación Tatiana Pérez de Guzmán, en su afán por hacer públicos todos sus contenidos culturales, dispone de un canal en Youtube, en el cual se pueden ver todas las intervenciones de este ciclo, llevadas a cabo por destacados especialistas en cada una de las mujeres analizadas. Aquí os dejo el enlace de la mía, por si, durante alguna noche de insomnio, alguien necesita encontrar remedio ;-)
La presencia como presentador del evento de mi antiguo maestro en la Universidad Complutense, César Olivera Serrano, añadió un detalle de calidez a esta conferencia. La verdad es que hablé mucho, tal vez demasiado: me ocurrió algo que no me suele suceder, como es saltarme el tiempo estipulado para mi intervención, que fue de 50 minutos. Lo sentí mucho porque apenas pude dar unos detalles de las Memorias dictadas por Leonor López de Córdoba, y de cómo sabemos con seguridad que ese fue el mecanismo utilizado por la autora gracias a este documento, con el que me tropecé hace años en la Library Congress de Washington y que edité y estudié aquí.
La Fundación Tatiana Pérez de Guzmán, en su afán por hacer públicos todos sus contenidos culturales, dispone de un canal en Youtube, en el cual se pueden ver todas las intervenciones de este ciclo, llevadas a cabo por destacados especialistas en cada una de las mujeres analizadas. Aquí os dejo el enlace de la mía, por si, durante alguna noche de insomnio, alguien necesita encontrar remedio ;-)
El colofón al mes viajero lo puse ayer mismo, después de regresar a Lancaster. Como ya anunciaba en la anterior entrada de este blog, celebramos una de las clases de mi curso sobre brujería, herejía e inquisición en el castillo de Lancaster, el mismo lugar donde, en 1612, se celebraron los más famosos juicios por brujería del condado de Lancashire.
Para este evento tuvimos la grandísima suerte de contar con la intervención de Colin Penny, Director del Museo del Castillo de Lancaster, que nos guió primero hacia las celdas donde los prisioneros aguardaban su juicio.
Todos disfrutamos mucho de las explicaciones de Colin Penny, el cual nos situó en el contexto social e histórico adecuado aquellos famosos sucesos. En fin, bien acompañado por mis estudiantes y por los instrumentos que habitualmente uso para torturarlos, me despido mientras me dispongo a deshacer las maletas y a dormir un poco. ¡Hasta la próxima!
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